MI MÚSICA ECUATORIANA

RAICES DE LA MÚSICA ECUATORIANA  
AUTORES Y COMPOSITORES

Tomado del estudio de Mario Godoy Aguirre.
 Producción: Hugo Jaramillo Muñoz - David Andrade Aguirre

El primer compositor del que se tiene noticia en el siglo XVII es Diego Lobato de Sosa quien alcanza una gran figuración en la sociedad de la época. Podemos destacar además hasta mediados del siglo XIX a Francisco Coronel, Manuel Blasco, Mariano Baca, Ignacio Miño, Antonio Altuna, Agustín Baldeón, Juan Agustín Guerrero, Manuel Jurado, Crisanto Castro, entre otros. El acento en los primeros años republicanos se da en la música popular: liberada la sociedad del estrecho compromiso con la religión, genera mecanismos fundamentalmente lúdicos, lo que en la música se expresa en la profusión de bandas de pueblo. Existe también un destacado trabajo en la ejecución de música militar, ya que todas las unidades del ejército contaban con cuerpos de música. En los salones del siglo XIX se bailan valses, polcas, mazurcas y pasodobles, música importada de Europa, música galante y ligera. En las fiestas populares se escuchan también pasodobles y valses, pero predomina la música mestiza que tendrá un mayor desarrollo en el siglo siguiente: pasacalles, aires típicos. En los sectores campesinos e indígenas, se conserva un indeclinable amor por los acentos de instrumentos ancestrales: rondadores, pucunas, dulzainas, bombos, y por una música que aunque suena triste para oídos extraños, continua teniendo una significación propia, ceremonial, para los herederos de quitus, cañaris e incas. Obviamente estas expresiones musicales se encuentran fuertemente influenciadas por más de tres siglos de dominación española. La fundación del primer Conservatorio de Música por el Presidente García Moreno a mediados del siglo XIX, genera los primeros músicos académicos, aunque la formación se orienta únicamente hacia la interpretación. Se destaca Carlos Amable Ortiz quien aporta significativamente al pasillo ecuatoriano y hacia el final de su vida a un ritmo proveniente del sur del continente, el tango. Cabe mencionar las marchas fúnebres de Antonio Nieto, joyas musicales difundidas por las bandas institucionales y de los pueblos. Hacia el fin del siglo, el estudio de Godoy destaca a Pedro Pablo Traversari Salazar, estudioso de la música, quien conformó una importante colección de instrumentos musicales universales -actualmente se la puede disfrutar en el museo que lleva su nombre en la Casa de la Cultura, en Quito-, aparte de su producción e investigación musical. Corresponden también a este período Nicolás Guerra y Rafael Valdivieso. La revolución liberal y la transformación social que produjo, trae consecuencias también para la música: irrumpe una generación que intenta encontrar un lenguaje musical propio, base de la música académica nacionalista. La figura más destacada es Segundo Luis Moreno Andrade, alumno de Domingo Brescia en el Conservatorio fundado por el presidente Eloy Alfaro. Moreno, aporta significativamente a la historia de la música ecuatoriana. Otros músicos académicos de esta generación son Francisco Salgado, Sixto María Durán, Alberto Moreno Andrade y Salvador Bustamante Celi. La formación académica de los nuevos músicos y la profunda influencia que significó la apertura del Ecuador hacia el mundo, se refleja en los primeros años del siglo XX, en los cuales, compositores con buena formación académica incursionaron en la música de cámara y sinfónica, dejando de lado lo estrictamente popular, pero sin renegar de sus raíces. El músico más trascendente de la primera parte del siglo y uno de los más importantes del Ecuador, es Luis Humberto Salgado, compositor ecléctico entre "los aires típicos y la forma sonata", compuso cerca de 150 obras. Influenciado no solo por los clásicos sino por las nuevas formas tonales y seriales, Salgado dejó para la posteridad piezas de impecable factura como su "Sanjuanito futurista", composiciones de cámara, obras sinfónicas y numerosas obras de música popular. Otro personaje destacado es Belisario Peña Ponce, compositor de himnos sacros, jaculatorias y misas. Esta es la época en que alcanza esplendor el pasillo, con un numeroso grupo de compositores que convierten a esta melodía en la más representativa del acervo popular del Ecuador. Cuentan para ello con un ritmo que ya tenía preferencia entre la población y utilizan letras de los grandes poetas de la época -especialmente de los modernistas de la "generación decapitada" Medardo Angel Silva, José María Egas, Arturo Borja, Ernesto Noboa, cuyos poemas han sido musicalizados y profusamente difundidos, al igual que mucho de los posmodernistas como Alfredo Gangotena, Jorge Carrera Andrade, Miguel Angel León, Gonzalo Escudero, Abel Romeo Castillo, César Andrade y Cordero, Remigio Romero y Cordero, etc.-, así como otras de su propia inspiración. Pertenecen a esta generación José Ignacio Canelos con su aporte al pasillo y a la música sacra, Juan Pablo Muñoz Sanz, Aurelio Ordóñez González, Carlos Brito Benavides, compositor del difundido pasillo Sombras, Francisco Paredes Herrera, compositor y poeta; Segundo Cueva Celi; Guillermo Garzón Ubidia, Angel Leonidas Araujo, Jorge Araujo Chiriboga, Rudecindo Inga Vélez, que populariza el fox incaico, Víctor Valencia, Miguel Angel Casares, César Baquero, quien difunde el pasacalle, Luis Aníbal Granja, entre muchos otros compositores. El pasillo encuentra en Enrique Ibáñez y Nicasio Safadi, el dueto Ecuador, a sus mejores intérpretes de la época inicial, cuando se graban -en discos de carbón, en los Estados Unidos-, las primeras canciones ecuatorianas. Hacia la cuarta década del siglo, se vive el esplendor de los intérpretes de la música ecuatoriana, especialmente del pasillo. Carlota Jaramillo es la figura ceñera de la época, por su excepcional voz y el intenso dramatismo de su interpretación. Se debe señalar también a los conjuntos orquestales de Luis Aníbal Granja, Víctor Salgado y Blacio Jr. Los cincuenta constituyen un momento de transición: el pasillo sigue reinando pero en frontal competencia con ritmos extranjeros que incursionaron en el mercado gracias a la enorme popularidad de la radio: boleros, tangos, valses y ritmos tropicales como la guaracha, el merecumbé, la cumbia. La producción fonográfica, pero en especial los espacios en vivo de la radio, tornan extraordinariamente populares a intérpretes como el dueto de Luis Alberto Valencia y Gonzalo Benítez, Hnos. Montecel, las Hnas. Mendoza Sangurima, Hnas. Mendoza Suasti, Los Coraza y Marco Tulio Hidrobo. En la composición, especialmente de música popular, se destacan Cristóbal Ojeda Dávila, Gonzalo Vera Santos, Marco Tulio Hidrobo, Leonardo Páez, Rafael y Alfredo Carpio, Clodoveo González. Otros músicos importantes son el guitarrista y director de coros Carlos Bonilla Chávez; Enrique Espín Yépez, heredero de la técnica Szeryng, con amplia trayectoria y reconocimiento internacional; Claudio Aizaga Yerovi, creador de una importante obra para piano y ballet; Luis Mata Mera, conocido por sus importantes arreglos corales de música popular ecuatoriana; Carlos Rubira Infante, figura representativa de la música popular lleva a su apogeo al pasacalle. Debe mencionarse también a un compositor de música indígena andina de destacada participación: Julián Tucumbi Tigasi. Cabe destacar a intérpretes de gran trascendencia como Julio Jaramillo Laurido, quien no descolló como compositor (su obra es escasa) pero sin lugar a dudas, es uno de los personajes más importantes y reconocidos de la música popular latinoamericana del siglo XX; Olimpo Cárdenas, Fausto Gortaire, Los Montalvinos, Los Locos del Ritmo, Los Embajadores, Los Indianos, Los Brillantes, Los Reales, el Dúo de los Hnos. Miño Naranjo y Eduardo Zurita. Lo más destacado del siglo es la presencia de compositores académicos con importante trayectoria tanto en el país como en el exterior. Se destaca Mesías Maiguashca, con larga trayectoria en Alemania, quien alcanza reconocimiento internacional por su aporte a la música electroacústica. Importantísimo es el aporte del enorme compositor Gerardo Guevara, con sólida formación musical, cuya obra impacta por su contenido social con textos de escritores como Jorge Enrique Adoum, Carrera Andrade y Pablo Neruda. Carlos Alberto Cobo Andrade, en cuya obra se percibe una fuerte influencia de la música tradicional andina; Milton Estévez, compositor y promotor cultural, propulsor del Departamento de Investigación, Creación y Difusión del Conservatorio de Música de Quito; Edgar Palacios, excepcional intérprete de la trompeta, fundador del Sistema Nacional de Música para Niños Especiales; Terry Pazmiño, Hugo Oquendo y César León, virtuosos guitarristas; Diego Luzuriaga; Julio Bueno Arévalo, Marcelo Ruano, ganador de varios premios internacionales; Arturo Rodas. A esta generación pertenece Alvaro Manzano, destacado Director de la Orquesta Sinfónica Nacional. Entre los compositores e intérpretes populares se destacan Segundo Bautista Vasco, quien es uno de los mejores intérpretes de guitarra, requinto, piano y acordeón. Igualmente cabe mencionarse a Homero Hidrovo, virtuoso de la guitarra con alto nivel técnico. Polibio Mayorga, compositor de música popular bailable. Y los grupos que impulsan la Nueva Canción Ecuatoriana y Latinoamericana, de los cuales Jatari y Pueblo Nuevo son los más destacados. También aparecen solistas como Jaime Guevara, Abdullah Arellano, Hugo Idrovo, Ataulfo Tobar, los Hnos. Diablo y Héctor Napolitano. En la interpretación vocal clásica cabe destacar a Galo Cárdenas, Francisco Piedra, Beatriz Parra, Hernán Tamayo, Astrid Achig y Juan Borja. La música indígena y negra se enriquece también con la presencia del imbabureño Enrique Males, el chimboracence Rosendo Aucancela, el amazónico Carlos Pascual Alvarado, el esmeraldeño Segundo Quinteros. Sin embargo lo más destacable es la presencia de un nutrido grupo de nuevos compositores que tientan caminos tanto en la música popular como en composiciones académicas, revalorizando la herencia musical ecuatoriana y redescubriendo ritmos, instrumentos y letras del acervo de nuestra cultura.





Baile y música de los indígenas y mestizos del Ecuador. Significa alborada y probablemente es uno de los primeros géneros musicales mestizos que fueron tomando forma y sincretizandose desde el inicio de la Colonia. EI albazo no solo es la designación de una clase de composición musical, de baile suelto y que suele cantarse a la madrugada, sino también el de la algarabía, música, cohetería, etc., con que se solemnizan las fiestas religiosas al rayar el alba.
Entre algunas referencias históricas del albazo esta la del compositor ecuatoriano Juan Agustín Guerrero Toro (1818-1886); la pieza titulada "Albacito" es una versión para piano y tiene la siguiente nota explicativa: "Con este yaraví despiertan los indios a los novios al otro día de casados".
La rítmica del albazo generalmente es la misma del yaraví, pero en movimiento "allegro".


AIRE TÍPICO
Es un género musical de danza con texto, es un baile alegre, picaresco, de pareja suelta. En este género predomina la tonalidad menor, se lo escribe generalmente en compás de ¾, pero también de 6/8.

ALZA (ALZA QUE TE HAN VISTO)
Baile de los mestizos del Ecuador. Es posible que el alza haya surgido en el siglo XVIII, y alcanzo gran popularidad en el siglo XIX. La base rítmica del “alza”, es igual a la del “aire típico”.
La primera partitura que se conoce del alza fue recogida en 1865 por el compositor Juan Agustín Guerrero, quien registro la melodía en la ciudad de Guayaquil.
EI musicólogo Segundo Luis Moreno Andrade (1882-1972) explica su estructura y su baile de esta manera: "El baile tiene forma especial típica, algo exótica y suelto como todas las danzas criollas". Moreno Andrade indica que el alza era una danza cantada que no tenía versos propios, pues cada cantor usaba de los que más le parecían; de aquellos que por tal o cual motivo se acomodaban mejor a la condición física, moral o social de la pareja.
El alza se caracterizaba por sus figuraciones sincopadas y contratiempos, en modo mayor y era catalogada como música criolla por su fuerte influjo de la música europea.
Sus interpretaciones se realizaban con el acompañamiento de arpa o guitarra. El baile, según Honorato Vásquez Ochoa (1855-1933) tenía ciertas características que, aún ahora, se pueden observar en la mayoría de bailes populares ecuatorianos.

No faltan quienes sin una sustentación documentada, lo relacionan con la antigua “Cáchua” (Cachwa). Cachullapi es un vocablo del léxico musical relativamente nuevo, (años cuarenta del siglo    X X ) ; también está relacionado con el músico y compositor, Víctor Manuel Salgado, alias “Cachullpi Salgado”.


El carnaval mestizo está vinculado con los cantos carnavaleros y la copla, esta es la época para recordar las coplas tradicionales de los mayores, y es el espacio para crear nuevas coplas, improvisar versos, cantar el contrapunto. Las provincias de Bolívar y Chimborazo, tienen varias melodías carnalaveros, que sirve de base, para el canto de las coplas.

 Música y baile mestizo del Azuay, provincia central del Ecuador. De acuerdo a algunos lingüistas la raíz etimológica del capishca esta en el quichuismo capina, que significa exprimir.
Para los antropólogos ecuatorianos Piedad Peñaherrera (1929) y Alfredo Costales (1925) el capishca es una tonada y versos quichua-castellanos que cantan los vaqueros del Chimborazo; afirman, además, que la tonada conocida como La venada es un capishca, o canción de las vaquerías en la cordillera occidental de los Andes.
Su rítmica era de tonalidad menor y su baile de pareja suelta. Su música y ritmo de base es muy similar al albazo.

Danzas y músicas de los indígenas y música de los mestizos del Ecuador. Estas dos danzas tienen orígenes prehispánicos y su localización esta centrada en la región andina (danzante) y en la región oriental (yumbo). No solo la danza y la música que se ejecuta en las fiestas indígenas se denominan con estos dos términos, sino además a los personajes que participan en ella. Son famosos los danzantes de Pujilí y Salasacas.
A través del tiempo estas danzas indígenas, que se constituían casi siempre de un solo periodo, fueron mezclándose con los formatos armónicos y estructuras de las danzas mestizas de dos o más períodos, pero en alguna medida conservando la parte rítmica.
Los compositores de música popular crearon ciertas variantes en cuanto al nombre y escribieron danzonete cañari, danza india, danza campesina, con rítmica de danzante.
Se supone que la conjunción de estos dos elementos rítmicos son los iniciadores de mucha de la música mestiza que tiene características sincopadas.

Música popular mestiza. Su nombre proviene del fox trot, que significa trote del zorro, y que es una especie de 'ragtime' norteamericano, que data de la primera época de este siglo, con cierto parentesco pero no tiene nada que ver con el jazz.
Las primeras piezas que se compusieron tenían más cercanía con las danzas extranjeras del fox norteamericano; sin embargo, antes de que finalizara la mitad del siglo XX, aquellos elementos musicales se conjugaron con escalas y modalidades pentafónicas, como es el caso de "La Bocina" atribuida al compositor Rudecindo Inga Vélez. Este tipo de composición tenia un 'tempo' lento, más propio de canción que de baile. También aparecieron otras combinaciones tales como el incaico, yaraví, shimmy incaico. También en Perú se puede hallar el fox incaico.

Música y danza mestiza del Ecuador. El pasacalle tiene relación directa con el pasodoble español. del cual tiene su ritmo, compás y estructura general, pero naturalmente con ciertas particularidades nacionales que lo diferencian.
Respecto a su nombre se piensa que fue motivado por la forma en que se ejecutaba su baile; pasacalle se entendería como un baile de mucho movimiento y callejero, de carácter social Un prototipo que sirve de modelo clásico es el popular Chulla quiteño del compositor Alfredo Carpio.
Su dispersión incluye las regiones litoral y andina. Los textos de un gran número de pasacalles se han compuesto en homenaje a provincias, ciudades e incluso barrios, entendiéndose por esta razón que son las composiciones cívicas del arraigo y consideradas como "segundos himnos". Este ritmo fue el que más popularidad ganó alrededor de los años cuarenta.

Baile y canción mestiza que al parecer surgió poco antes de la mitad del siglo pasado en los territorios que tiempo atrás comprendían a la Gran Colombia (Ecuador, Colombia y Venezuela). De esta época data el pasillo costeño, un pasillo lojano, otro cuencano y el quiteño. Se cree que es una adaptación del valse europeo. Su nombre se puede traducir como baile de pasos cortos. En la actualidad con poquísimas excepciones solo permanece el pasillo de movimiento lento y tonalidad menor.
Las informaciones vertidas por antiguos viajeros que visitaron la región que hoy constituye Ecuador, y los antecedentes recogidos por nuestros musicólogos en sus investigaciones, coinciden en ignorar la existencia del pasillo entre los ritmos criollos y nativos que se bailaban y escuchaban en la etapa colonial.

Es una palabra español – quichua, compuesta por los vocablos: “saltar” y “ashpa” (allpa) = tierra; se relaciona con el acto de bailar alegremente “saltando sobre la tierra”.

SAN JUAN O SANJUANITO
Es la adaptación del huaynito peruano-boliviano a nuestro medio. El compás binario y las divisiones rítmicas lo comprueban los intercambios culturales con el Tahuantinsuyo ya existían, de manera que tanto el idioma como los deferentes elementos culturales no tuvieron dificultad en adaptarse en nuestro medio. Por otra parte, los mitimaes cumplieron también una función de penetración cultural muy importante.
En el sanjuanito, si bien su compás no varía. en cambio el estilo y el carácter de sanjuanito del campo, difiere del de la ciudad. En primer lugar, en el campo es una expresión sonora que aglutina y se dirige a toda una agrupación humana. En la ciudad, la importancia del ejecutante hace que éste busque lucirse, adornar su ejecución, y su mensaje se vuelve estilístico. En el campo el mensaje es comunitario, de unidad de sentimiento y pensamiento.

Baile y música de los mestizos del Ecuador. La tonada parece tener la derivarión de la mixtura de ritmos indígenas andinos de remoto origen. El compositor quiteño Gerardo Guevara Viteri (1930) opina que el ritmo de tonada es un desarrollo que lograron los mestizos a base del ritmo del danzante.
Su base rítmica es similar al de la chilena, pero la tonada en la mayoría de los casos se escribía en tonalidad menor y la chilena en tonalidad mayor. Su nombre debe derivarse de la palabra tono, lo cual nos anima a pensar que tiene relación con el yaraví.
La tonada es el más claro ejemplo de mestizaje rítmico, puesto que es un ritmo producto de la influencia de la guitarra


Es básicamente una melodía propia de una geografía andina y tiene mucho que ver con el pingullo o la quena, que entregan en sonidos la triste soledad del hombre de Los Andes. El ritmo y la forma han ido evolucionando, debemos anotar que las provincias australes no se han interesado en el yaraví, como lo han hecho a partir de Chimborazo hacia el Norte del país, especialmente en Imbabura.
Desde fines del siglo XIX se acostumbra a concluir el yaraví con un albazo, de la misma manera que en el Perú se canta el triste con fuga de tondero, seguramente con el propósito de alegrar, luego de la lamentación propia de la temática literaria y melódica características del yaraví.



 INSTRUMENTOS ANCESTRALES




 

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